¿Quién lo diría?

A veces la naturaleza nos da sorpresas. Justo en plena Moraña, una de las comarcas más llanas, amarillentas y desprovista de árboles está la Sierra de Peñalba. Son montes bajos, roturados en bancales que antiguamente fueron aprovechados para la labor y hoy para el pasto. Entre monte y monte, a estas alturas del año, podemos encontrarnos este paisaje. Un verde, casi inglés, espinos en flor, zarzas exhuberantes, carrascos, conejos y liebres por doquier.
Luego la cosa cambia, cuando la hierba se agosta adquiere otra tonalidad. Pero ayer, parecía un paseo inglés. Apacible, sin grandes subidas, silencioso, solitario. Si no hablabas, difícil en mi caso, los pensamientos se convertían en meditación.
Dedicado a todos los que de una forma u otra sufren, echan de menos, añoran.
Miguel, un recuerdo muy especial para tí.

Abrazotes