Sin vacaciones

¡Mirad bien!. Ahí están ellas, como todos los años en el verano con sus carreras en hilera para evitar perderse, con sus granitos de cereales o con miguitas de pan. Atareadas en no ser pisoteadas o comidas por algo mayor.
Son las hormigas. Ellas no tienen vacaciones ahora. Salen de sus sótanos subiendo por esos montículos, se pasean sin pudor por todas partes, te hacen cosquillas o te mordisquean los dedos que asoman por las sandalias, se pelean entre ellas ferozmente y cruzan tus caminos.
Tienen un trajín frenético. Parece imposible que un ser tan pequeño pueda tener esa vitalidad, incluso a la hora de la siesta.
Luego, de repente, llueve y desaparecen. Sacan de su hormiguero toda la paja que han amontonado con tanto trabajo y secan los pasillos. Y vuelta a empezar.
Si echáis de menos a vuestros estudiantes, fíjaos un ratito en las hormigas.
¡No tienen desperdicio!