Otoño para todo

Mi relación con el otoño es contradictoria.
Fisiológicamente es la estación que mejor coincide con mi reloj biológico. La luz es tamizada y no estridente como en el verano o incluso la primavera y por lo tanto no tengo tanta dificultad visual. La temperatura me permite hacer una vida activa de paseos y callejeos sin el agobio del calor extremo o de la lana de la ropa de abrigo. Por otra parte encuentro much tranquilidad en los colores ocres, temporales, efímeros del otoño. Me hacen pensar. Me invitan a salir del tremendo barullo del jolgorío del verano.
Sin embargo, también siento una sensación de pérdida que no atribuyo a nada especial. Es cuando más me acuerdo de las personas que se me han perdido en el camino, de los amigos que se quedaron muy lejos en el tiempo y nunca encuentro el momento de buscarlos, de las ocasiones desperdiciadas por cobardía. ¡Qué sé yo! Yo lo defino como una melancolía no malsana porque no me hace daño y no me detiene. Pero está ahí y ocurre siempre.
Cada año es otoño para todo. ¿Alguien más padece esta dicotomía otoñal?
Abrazotes.