



Ya estoy de vuelta de esta nueva experiencia etwinning. Por circunstancias diversas, la atmósfera general en Bruselas no fue del todo gratificante. Quizás, la comunidad de Linz fuera difícil de superar. Sin embargo en Praga me he reconciliado con el espíritu etwinning. Y de nuevo la causa ha sido la gente, el grupo. Nada es comparable a aquella pandilla primera, pero esta nueva reunión tenía algo especial. Una libertad interna tremenda, unas ganas de compartir y de saber unos de otros y al mismo tiempo la abierta capacidad de decidir ir juntos o separados.
La conferencia ha sido interesante. Un vistazo atrás, a los logros desde el primer día, ratitos de complacencia ante los éxitos obtenidos, los premios y sus proyectos, los talleres de la creatividad, los de las herramientas. Los momentos de networking, los coffee-breaks que tanto animan. Los paseos entre los stands en busca de posibles hermamientos . Ese ambiente relajado de feria de la educación es agradable.
Praga fria. No sólo por la temperatura, sino por sus moradores. a pesar del tremendo potencial turístico que tiene el trato no acaba de ser simpático. Pero bonita, muy bonita. Y eso que yo no pude salir más que el viernes por la noche en una ruta en autobus y el domingo por la mañana, antes de volver al aeropuerto.
sin embargo, siempre te queda el regusto y el pensamiento de "volveré". Ya tenemos tantos sitios apuntados para volver que no sé si nos dará tiempo.
Encontrar a Piedad y cotillear un poco ha sido muy emotivo. Tenía un pedazo de stand, precioso.
¡Ah, y se me olvidaba! Este año tuvimos una recepción oficial en Madrid, con discursos y todo. Incluído nuestro amigo Carlos Medina. No faltó de nada, y cuando digo de nada, es de nada.
Pues, a por otros proyectos.!
Abrazotes.
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